Ayer escuchaba a un catedrático de economía de la UB que hablaba de la crisis. Hablaba de los ‘especuladores depredadores’, los que ponen contra las cuerdas a los gobiernos y provocan sus destituciones al presionar contra la deuda soberana. Decía que no era una cuestión de endeudamiento de los PIGs (Portugal, Italia, Grecia y España), iba más allá y decía que este tsunami financiero puede afectar a la mismísima Alemania, y que por eso corremos a poner cortafuegos.
El catedrático me hizo ver la luz, verlo con perspectiva, y pensé: “¿De verdad el culpable de la crisis es aquél que pidió un crédito, avalado por sus padres, para comprar una vivienda donde vivir? ¿De verdad hemos perdido la cultura del esfuerzo? ¿De verdad todos somos un hatajo de gandules malgastadores?”.
Yo creo que no. Gandules y malgastadores, seguramente, hay los mismos que había en los años 80 o a principios de siglo, si me apuráis. El problema es que todo se ha tecnificado demasiado (me refiero al mercado financiero) y nos han vendido productos sin conocer bien lo que se escondía detrás. Y no, no es culpa del pobre director de oficina, que tampoco creo que supiese demasiado.
¿Dónde se ha visto que se vendan cosechas que ni se han plantado (futuros)? ¿Dónde se ha visto que los préstamos tengan cláusulas con las que si no pagas te llevan a la esclavitud? ¿Dónde se ha visto que los créditos lleven asociado un seguro (‘swap’) que sólo es positivo para el subscriptor en una probabilidad de una entre un millón?
¿Quieren parar la crisis con recortes? ¿Por qué no paran de una vez esos movimientos de capital? ¿Por qué no aflora el dinero de los paraísos fiscales? (una quinta parte del dinero de la economía está allí).
La inmensa deuda de las familias, de los bancos y de los países no se corregirá nunca de forma natural. Básicamente, porque se generan intereses sobre los propios intereses (y no precisamente bajos). Ésta es la nueva esclavitud a la que todos estamos abocados.
No son demasiados los que mueven los hilos, pero bien que se han cuidado de cubrir las espaldas a los políticos (los que tendrían que tomar decisiones valientes), pero no a los “políticos como institución colectiva”, sino a los “políticos persona física”. Ya lo decía Platón, los que mandan no deben tener nada ni pueden recibir nada, sólo reconocimiento, pero euros o propiedades, nada de nada. Y es que Platón era muy espabilado.
Todos los que leéis el blog sois trabajadores, seguro. Ninguno somos unos inconscientes. Nuestro defecto es ser ignorantes. Y somos ignorantes porque nos han mentido personas que antes nos creíamos. Y los que nos han dado créditos y los que nos han pedido el voto, los que están más cerca de nosotros, también son unos ignorantes que obedecen ciegamente a los que están por encima de ellos. ¿Habéis visto el “clientelismo” de los militantes de un partido político o de los empleados de banca hacia sus superiores? A veces incluso da risa. Y es que es humano no querer perder el puesto (o el sueldo), y por eso hay que decir amén a los que te lo pueden quitar (o te lo pueden negar).
Recuerdo una máxima de la época de los Escipiones (los que vencieron a Aníbal en las Guerras Púnicas) que decía: Numquam est fidelis cum potente societas (‘Nunca es de fiar la asociación con los poderosos’).
Una última reflexión: Apoya a tu gente. A los que conoces, a los que quieres. Es tiempo de solidaridad, es tiempo de hacer piña.
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