En una empresa, los objetivos se alcanzan a través del trabajo de todos los miembros de la misma. Pero las ventas son a menudo un factor crítico. Por eso, tener a una persona capaz de vender ya sean productos, servicios o soluciones con eficacia es tan importante como que el portfolio de la empresa sea de calidad.
A menudo asociamos los comerciales con profesionales con gran capacidad de palabra y persuasión. Pero, ¿es suficiente? Hay algunas otras habilidades que no debemos olvidar a la hora de seleccionar un buen comercial para nuestra empresa.
- Constancia, seriedad y rigor. Tiene que tratar todos los procesos comerciales con la misma dedicación, ¡todos son importantes! Además, debe ser consciente de que los clientes no son amigos aunque a veces lo parezcan, por lo que debe saber diferenciar cada situación.
- Organización y autodisciplina. Es muy importante planificar y registrar todos los pasos, y revisarlos para ver en qué pueden mejorar. Así podrán alcanzar los objetivos fijados, e incluso superarlos.
- Honestidad. ¿Mienten los vendedores? Eso es lo que piensa mucha gente. Pero un buen vendedor no lo hará, y eso se transmite al cliente.
- Empatía y facilidad para ganarse la confianza ajena. En toda relación la confianza es el pilar más importante: se ganará la del cliente poniéndose en su piel, entendiendo sus necesidades y dándole soluciones.
- Excelente comunicador. No nos podemos olvidar de la necesidad de tener labia para ser un buen comercial: sus mensajes no sonarán a publicidad, sino a resolución de problemas, y además romperán con lo que estamos acostumbrados a escuchar.
- Gran negociador. No solo hará llegar el mensaje deseado al cliente, sino que lo persuadirá.
- Perseverante y orientado a resultados. Ya sean a corto, medio o largo plazo, su objetivo es alcanzarlos.
- Confianza en sí mismo y en su producto. Para que los demás crean en su palabra y en lo que vende, primero tiene que confiar sí mismo.
- Conocimientos del producto. Capaz de resolver cualquier duda que le pueda surgir al cliente, y no solo de cerrar la venta. Tiene que saber posicionarse como el aliado perfecto.
- Ganas de aprender. Todo cambia: el producto, el mercado, la competencia, los clientes, las estrategias, las herramientas… La capacidad de aprendizaje para adaptarse a estos cambios y no quedar obsoleto es esencial.
En definitiva, la labor comercial es imprescindible para que una empresa, sea del tipo que sea, exista y tenga continuidad. Es recomandable evaluar nuestra plantilla de comerciales cada cierto tiempo, y sobre todo tener en cuenta estos aspectos a la hora de seleccionar uno nuevo.
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