Apreciado John,
Hace ya algún tiempo que no tengo noticias tuyas, pienso que quizás por tu deseo de poner un poco de distancia con el mundo real.
Las cosas están complicadas, John. Tenemos un paro inmenso, y no creo que lo solucionemos a corto plazo. Cada vez son más los que dicen que es irresoluble con las medidas que están tomado nuestros gobernantes quienes, por cierto, ahora dicen ser de derechas y hasta hace unos años decían ser de izquierdas. Aquí tienes una contradicción más… Pero, perdona, ¡perdía el hilo! Decía que hay colegas tuyos que afirman, sin embudos, que los que mandan están locos. El otro día, Gay, un economista simpático que empieza a serlo por el apellido, decía que el exceso de regulación nos matará a todos. ¡Él contaba hasta 119.000 leyes, entre autonómicas y estatales! Por cierto, esto de leyes autonómicas te debe de sonar a chino, pero se refiere a leyes federales; lo que pasa es que en este siglo y en este país algunos cambian las palabras para que parezca que se inventan nuevos regímenes. Pero vuelvo a desviarme, John. Perdona. Me es difícil transmitir tanta mediocridad en tan poco espacio.
¿Recuerdas cuando decías que lo que tenía que hacer el Estado era mantener un nivel de gasto corriente bajo y una fuerte inversión pública para impulsar el crecimiento? Pues lo hacen al revés. ¿Recuerdas cuando decías que los subsidios podían tener un efecto perverso y podrían provocar que alguien no tuviese incentivos para trabajar? ¡Pues lo clavaste! Hay mucha gente que no hace absolutamente nada, sólo espera el nuevo “maná”. Eso sí, han cambiado la palabra subsidio por solidaridad (a veces le añaden el vocablo interterritorial para acabarlo de hacerlo enrevesado). Es lo que te quería decir antes: los hechos son los mismos, pero cambian la palabra para definirlos. De todas formas, ahora quizás ya es tarde para ponerlos a trabajar porque, coma ya apuntabas tú, con esta mentalidad subyacente es difícil ser productivo.
¿Sabes qué es lo más curioso de todo, John? Que ahora que el dinero es lo único que mueve el mundo (tendrías que ver lo que ha hecho un ministro llamado Wert con los estudios de Humanidades), ahora resulta que lo hacemos peor que cuando tú estabas por Cambridge. Sí, sí, la distribución de la riqueza es más extrema que nunca, y además muchos de los que son ricos son infelices, porque no llegan donde ellos creen que tendrían que llegar. Es bastante tonto si lo piensas bien… ¿Quieres saber una buena que ejemplifica el desastre del sistema? Pues que para proteger a unos cuantos acaudalados, ahora resulta que la garantía de un inmueble (la que cubre, como sabes, el riesgo de impago de un préstamo con garantía hipotecaria) no es suficiente, ¡y que el deudor queda vinculado con una especie de contrato de esclavitud con el acreedor! ¡Así es! ¿Te imaginas? Con lo que lucharon en todo el mundo para abolirla, y ahora la repescan a través de una figura financiera clarísima y tergiversada.
Ay, John, ojalá volvieses y les explicases que tener dinero en el banco sólo es una inequívoca señal de miedo y de poca confianza en el futuro. Ojalá les explicases a los ricos que la única manera de serlo más es, precisamente, dejándolo de ser un poco. Que si quieren que salgamos de la crisis es necesario una mejor distribución de la riqueza, porque los primeros ingresos van a consumo (reactivación) y este se enlentece proporcionalmente cuanta más renta tenemos. Claro que tendrían que bajar los impuestos de la clase media y baja, y reducir el gasto público. Bien que lo sabemos todos, pero por lo que parece se hacen los longuis.
Hay quien dice que seremos un gran país exportador de paro, y que quizás esta será la manera de ajustar el mercado laboral. ¡Quién sabe! Mientras tengamos el clima que tenemos y la orografía variada, creo que será difícil que muchas personas se aboquen a la emigración.
Y es que la cosa es para alquilar balcones. Ahora a la incertidumbre la llaman riesgo, y cuatro economistas iluminados pretenden prever el futuro con una retahíla de series matemáticas. No te lo vas a creer, pero un día interpelé a un tal Nin, que manda bastante en una caja local y que se vanagloriaba de la complejidad de sus sistemas de previsión de riesgo, preguntándole si el día que dieron préstamos a las inmobiliarias se les había “colgado” el sistema operativo. ¡Qué hartón de reír se dieron los que ocupaban la sala! Y es que pensar que con un Excel puedes jugar a ser Dios es estar muy alterado, ¿no te parece?
John, te tengo que dejar. No te quiero aburrir más con mis cavilaciones. Sé que hiciste todo lo que pudiste cuando estabas entre nosotros, y que ahora piensas que podríamos salir adelante solos. Por mi parte, intentaré hacerte caso en muchos aspectos, aunque no estoy plenamente de acuerdo con todos tus planteamientos, ¡que conste!
Recibe un cordial saludo de tu seguro servidor.
Afectuosamente,
Jordi.
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