He estado los últimos tres meses por Canadá y Estados Unidos, y me he dado cuenta de que hay muchas cosas que aquí, en Cataluña, algunos ven como “normales”, pero no lo son en absoluto. Algunas son una auténtica aberración vistas con perspectiva.
Estas “cosas normales” que se han instalado en nuestra cotidianeidad nos impiden avanzar como sociedad y nos conducen a un deprimente estado de letargia.
No, no es normal que haya un paro juvenil de casi el 50%, y no es normal que ni los jóvenes, ni los padres, ni los gobernantes intervengan. En Norteamérica a estos jóvenes los encuentras por todas partes: embolsando en el súper, sirviendo en el McDonald’s o ayudando en cualquier museo. Cobran poco (a menudo a variable) y trabajan mientras estudian. No se les caen los anillos, y normalmente son atentos y considerados.
No, no es normal que las grandes empresas españolas sean bancos o antiguos monopolios (a excepción de Inditex o Mango). Seattle, una ciudad del noroeste de los EE.UU que no suele salir en la tele y tiene 600.000 habitantes, ha visto nacer compañías como Starbucks (800 cafeterías en todo el mundo), Boeing (que después se trasladó a Chicago), Microsoft (de una zona muy cercana) o la gigantesca Amazon. Y es que, mientras unos salen adelante por la “casta”, otros lo hacen por el “soul”. Juntos, “casta y soul” no pueden vivir.
No, no es normal que presumamos en todas partes de tener unas infraestructuras que nadie tiene. Como si fuésemos riquísimos. Hay que pensar que detrás de cada kilómetro de autopista, de cada mostrador de aeropuerto o de cada torre de electricidad ferroviaria hay un contrato millonario asignado a veces de forma arbitraria y pagado por caudal público. En Canadá no hay un solo kilómetro de alta velocidad, ¡¡¡aunque sí fabrican motores de tren!!!
No, no es normal que un condenado por prevaricación, estafa, soborno… pueda dormir tranquilamente en su casa o que espere durante años un juicio. Tampoco lo es que un jugador de fútbol, espejo de niños y adultos, monte mil y un chanchullos para eludir el pago a Hacienda y que en el estadio la gente no lo abuchee.
No, no es normal estar feliz porque lleguen cada año más turistas que no buscan nada más que sol, playa, bebida barata y descontrol. A mí me importa un pimiento cuántos vienen, lo que me importa de verdad es lo que hacen cuando vienen. El hecho de que seamos un destino turístico de primera magnitud no tiene demasiado interés si no se canaliza adecuadamente, y a mí me parece que no lo estamos haciendo.
Tampoco es normal que suplamos con leyes lo que no somos capaces de hacer educando. ¿O pensáis que es muy “normal” tener vigentes en España 119.987 leyes? ¿Todo se tiene que legislar? ¿Nada se puede explicar o enseñar?
¿Es normal tener 200.000 catalanes residentes en el extranjero ganándose la vida? ¿Cuántos norteamericanos o canadienses conocéis viviendo entre nosotros (son casi 400 millones) y cuántos catalanes amigos vuestros se han ido? ¿No es cierto que la balanza está bastante descompensada? ¿Es “normal” que alguien abandone familia, amigos y el mejor clima del mundo para empezar de nuevo?
Ahora estúltimos amos ante un momento importante y hay que prestar atención a lo que hacemos. Ahora tenemos la oportunidad de corregir estos errores y un montón más que me dejo. Pero esto solo lo podremos hacer si tenemos visión estratégica y no nos quedamos ancorados en tics pretéritos que tendríamos que ir superando.
Los ingenieros saben que, a menudo, es más barato construir de nuevo que reparar…
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