—Se acabó, lo dejamos.
—¿Lo dejamos? ¿Ahora? Pero si aún no he amortizado tus costes de captación: el concierto del primer día, la cena en Arzak, el hotel con encanto…
—Otra vez estás con lo del marketing. Es por eso que quiero terminar nuestra relación.
—¿El marketing, dices? ¡Esto es neuromarketing! Estoy todo el día pendiente de tus emociones.
—No es verdad, no me conoces de nada.
—Lo sé todo de ti: Sé que tienes entre 25 y 35 años, de clase media-alta, vives en un entorno urbano y eres muy activa en redes sociales no profesionales como Facebook.
—¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Tú crees que por saber cuatro datos míos ya me conoces? Te recuerdo que lo nuestro es, o era, una relación de pareja…
—¿Ves? Ahora eres tú quien está utilizando tags.
—¿Tags?
—Tags = etiquetas. Sirven para definir más detalladamente los contenidos.
—¡Ya sé lo que es un tag! Me refería a por qué usas conmigo esta expresión.
—Cariño, quiero ayudarte a filtrar tus sentimientos. Podría hacer un funnel con tus emociones.
—No necesito que me ayudes. Tengo claro que lo que busco es amor y no una transacción sentimental, como la llamas tú. Te dejo.
—Sabes que si te vas voy a hacer remarketing, ¿verdad?
—Puedes hacer lo que quieras, no conseguirás que vuelva.
—Depende de la oferta. Sabes que puedo personalizar según tu patrón de tráfico.
—¿Mi patrón de tráfico? ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a poner carteles en la peluquería?
—¿Me estás hablando de off-line? ¡Qué horror! Sabes que me repugna lo físico. Estás buscando que te excluya de mi lista de distribución.
—Creo que estás demasiado influenciado por Internet.
—Te recuerdo que fue “por internet” que nos conocimos.
—Sí, claro. Yo era operadora de La Caixa y tú no te aclarabas con una transferencia, por eso llamaste. Ahora has hecho un par de cursos y ya te crees el rey.
—Si me abandonas y luego pretendes volver te costará el doble. Voy a señalar tu perfil con una cookie, y así me acordaré de que me dejaste.
—Creo que sin tu “cookie” puedes retener mi nombre.
—Pues te equivocas… Para mí el nombre es un campo demasiado abierto. Prefiero recordarte por tu IP o tu DNI.
—Eres incorregible y muy poco romántico.
—Eso no es cierto. Sabes bien que programé varias rutinas, entre ellas la de mandarte flores cada día 15 de mes.
—¡Me voy ahora mismo!
—Toma, llévate un cupón para una cena de reconciliación…
Deja tu comentario