El acto tenía que empezar a las 9 h. Pero, al ritmo que vamos, no empezaremos hasta por lo menos veinte minutos después. De repente, irrumpe en la sala un hombre encorbatado, con aspecto abrumado. Mira la sala medio llena, consulta por enésima vez su móvil. Va hacia la tarima de oradores, pero se loLeer más
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