Corría el año 1556 cuando un chiquillo de veintinueve años ascendía al trono de las Españas. Adoptaría el nombre de Felipe II y le pusieron el sobrenombre de «el Prudente». ¡Qué vista! El caso es que el hombre tenía ganas de transcender y le parecía que haciendo grandes obras lo conseguiría, talmente como los queLeer más
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