Conozco tus sanas intenciones de devolver lo prestado. Pero, amigo, ¿cómo lo vas a hacer?
Me han dicho por ahí que debes 2.300 millones, que no es poco, y tú te empeñas en explicarme que, por el arte de birlibirloque, has conseguido salvar la vetusta institución, llegando a dar incluso beneficio. Me conmueve tu habilidad: de unas pérdidas millonarias a un beneficio de más de 400 millones. ¿Qué has descubierto, amigo? ¿Alguna vacuna contra una enfermedad? No, querido, creo que aún sigues en lo mismo: comprando y vendiendo dinero. Sin más. Como lo hacen todos. Y con unos márgenes de risa…
Pero, va, imaginemos que te creo y que has ganado más de 400 millones. Tardarás cerca de ocho años en poder devolver la deuda. Esto si no te pones de nuevo en camisa de once varas y empiezas a comprar cosas y empresas por el doble de lo que valen, que ya se sabe que en Madrid todos tienen amigos a quien agradecer favores.
Amigo Bankia. Cuando dices que ganas 400, ¿es porque has aprendido un montón de gestión en doce meses? Porque ya me dirás tú cómo te lo haces para sacar una rentabilidad sobre ventas del 22%. ¡Ni que fueses un traficante colombiano! ¡Menuda rentabilidad, amigo Bankia! Y en un mercado en crisis. ¡Toma ya!
Mira, si te soy sincero, y aunque te aprecio, no creo que ganes ni un euro. No creo que vayas a poder devolver nada. ¡Tienes tanto que vale tan poco! Echando un vistazo a tus cuentas veo activos tóxicos por valor de 42.000 millones y una deuda vencida, exigible e incobrable de 10.000. Esto es muchísimo dinero, amigo Bankia. Ya puedes apretarte el cinturón, ya, que aunque tus empleados renunciasen a su sueldo durante un año, ¡sería imposible recuperar lo perdido en diez!
Amigo Bankia, todo esto yo no se lo diré a nadie, para que no pase lo del burro en la tómbola. ¿No te acuerdas de la fábula? Resulta que a un hombre le tocó un burro en la tómbola, y al ir a recogerlo observó que estaba muerto. Inmediatamente se quejó al feriante, que le dijo: «Si sigues hablando así del pobre animal, ¡no lo vas a vender!».
Ánimo, amigo Bankia. Cuenta a la gente que vas a poder, ¡y que estás como nunca! Algunos te van a creer, y si al final no lo consigues, alguien va a socorrerte… o no…
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